Una de las fuentes de las que se obtiene el agua potable son las aguas subterráneas. Para garantizar un control fiable del agua potable se miden y controlan varios parámetros. Uno de los parámetros más importantes es el valor del pH.
La floculación es un proceso en el tratamiento del agua potable para reducir la turbidez existente. En él, se coagulan las partículas extremadamente finas del agua. Además de la turbidez, hay que medir y controlar el nivel y el flujo del contenido en la planta de floculación.
La materia sólida y las turbiedades que se forman como resultado de la floculación pueden aislarse mediante sedimentación. Aquí, la calidad del agua se controla mediante la conductividad y el valor del pH. Si el valor del pH está optimizado para la floculación de materiales orgánicos y no orgánicos, se reajusta tras la separación de la floculación y antes de la filtración.
La filtración describe el proceso por el que una mezcla de materia sólida y líquida en el agua o las aguas residuales puede separarse o segregarse mediante filtros. El control de la presión antes y después del filtro es necesario para una filtración eficaz.
La desinfección elimina los microorganismos del agua o los mata. El cloro es el desinfectante más utilizado para tratar el agua potable. De acuerdo con la norma "tanto como sea necesario y tan poco como sea posible", la concentración y la dosis del contenido de cloro deben controlarse constantemente.
El agua potable tratada se almacena en tanques de almacenamiento. El nivel de estos depósitos requiere un control constante. En definitiva, los depósitos no deben estar ni vacíos ni desbordados, sino que debe garantizarse un suministro eficaz de agua potable.